Durante el acto se re-descubrió una baldosa conmemorativa, que se encuentra ubicada en el ingreso de la Cámara en calle 53, que fue restaurada por el colectivo Memoria Palermo. Posteriormente se proyectaron videos alusivos y se inauguró la muestra «El abrazo de los objetos», de Andrea Suárez Córica, hija de Luisa Córica; con curaduría de Lucía Slavoff.
Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo del diputado Malpelli, quien mostró su gratitud a los y las familiares de las víctimas «por mantener viva la memoria» e invitó a recorrer la muestra integrada por paneles con la historia de cada uno de los desaparecidos -rescatadas por otra trabajadora legislativa, Alicia González- que se encuentran exhibidos en el Salón de los Pasos Perdidos.
Posteriormente la actividad se desplazó al edificio anexo para dejar inaugurada la muestra «El abrazo de los objetos», de la artista visual, ambientalista y militante de H.I.J.O.S. Andrea Suárez Córica. La exposición está integrada por objetos pertenecientes a Luisa Marta Córica, militante peronista asesinada en La Plata el 7 de abril de 1975 por la organización parapolicial de ultraderecha Concentración Nacional Universitaria (CNU), que fueron atesorados por su hija Andrea durante décadas.
Allí, el diputado Emiliano Balbín hizo entrega de una copia de la Declaración de Interés Legislativo de la exhibición y, la diputada Lucía Iañez habló de la importancia de «poner, todos los días, la memoria en nuestra agenda» porque, aseguró «desde el Poder Judicial se está dando marcha atrás en muchas de las conquistas y derechos que hemos adquirido». «No podemos permitirlo», sostuvo. «La bandera de Memoria, Verdad y Justicia no es un slogan sino parte de nuestra identidad nacional y vamos a seguir trabajando para que sea un principio general de la República Argentina».
Por su parte, Andrea Córica narró el origen y sentido de la muestra: «Nació en mi casa, cuando hace tres años noté que la esterilla de la última silla que me quedaba de Luisa estaba siendo comida por los bichos. Reparé que era el principio del fin. Que los objetos tienen vida y se agotan. Pensé en todos los que me habían acompañado durante 45 años. En esos objetos que Luisa me había dejado. Después me di cuenta que en realidad eran los que habían quedado, porque dejar, no dejó nada. A ella le sacaron todo» señaló. Y agregó: «Estos objetos son mi segunda piel», recordó. La inquietud estaba planteada, y eso la llevó a reflexionar sobre qué quería decir pero también sobre «qué podía decir, qué se nos deja decir en cada momento político». De este modo fue tomando forma la propuesta: «La idea es que los objetos nos lleven a la reflexión; no que hablen del horror, porque obtura la posibilidad de pensar, sino que nos permitan mostrar la vida, la cotidianeidad».
Durante la recorrida ñas personas pueden asomarse a una vida, reconocer una época y dimensionar una ausencia entre dibujos infantiles, un cinturón, el boletín de cuarto grado, los restos de una muñeca, un medallón, otro, notitas -una dedicatoria, un saludo, la lista de tareas de un día cualquiera destinada a la niñera- El Principito, Sui Generis, un poemario de Tejada Gómez, poesías de la propia Luisa, recuerdos de la escuela, de la universidad, fotos, cartas con su amiga exiliada, recuerdos y un fotograma de “Boquitas Pintada” de Torre Nilson en el que hizo un “bolo” junto a Alfredo Halcón y que, con una nota al pie, sacude y deja flotando en el aire «Conmueve que la única palabra que nos queda de Luisa sea ‘Gracias'».
(Prensa Diputados PBA)
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