María Laura Guembe autora de la tesis doctoral ‘Tekmerion. La búsqueda de la verdad sobre los vuelos de la muerte‘ aseguró que esta forma de exterminio de los detenidos desaparecidos usada por la última dictadura cívico-militar “tardó muchísimo en formar parte de la historia colectiva” de todos los argentinos por “lo horrible de la práctica”.
En contacto con «Napalm«, por Radio Provincia la primera coordinadora del equipo de la Armada en el ministerio de Defensa señaló que ante las desapariciones “los vuelos de la muerte se presentaron como una pared porque la gente que había sido arrojada al mar eran casos de los que no había quedado rastro documental y eso despertó mi curiosidad de investigar qué se puede saber desde los papeles oficiales”.
“Y con el tiempo fuimos encontrando algún tipo de reglamentación que esbozaban la posibilidad de que una conjunción de fuerzas de seguridad y armada llevaran adelante un plan así”, detalló.
Guembe se preguntó “¿Cómo dejas entrar en tu cabeza y en tu alma que las personas que faltan de sus casas fueron arrojadas al mar? Y estimó que se tardó tanto en saber de la existencia de esta práctica porque “es una cosa horrible. Es tan horrible que es difícil pensar que es real, así que por un lado eso. Y por otro, porque era una práctica clandestina. Pero a esta se le suma que ésta es la más clandestina de todas, no solo por la logística oculta que requería sino por el pacto de silencio tremendo” que se estableció ya que “cualquier persona que tenga que reconocer que hizo esto tiene un problema evidente ante la sociedad y eso va más allá a las consecuencias legales. Entonces, eso hizo que fuera más difícil probarlo”.
La doctora en DDHH detalló que su camino en el tema “fue largo” porque trabajó “mucho tiempo con los organismos de DDHH”. Pero el gran interés por el tema se le despertó cuando estuvo a cargo del “primer relevamiento” de archivos desclasificados de las FFAA que se habilitó a partir de “una iniciativa de la ministra Nilda Garré cuando firmó el decreto para desclasificarlos“.
“Cuando estábamos por entrar a los archivos, pensábamos que podíamos encontrar de todo”, recordó y siguió: “Y una de las cosas que pensábamos que podíamos encontrar era alguna pista, alguna información de qué es lo que había pasado con las personas de las que no supimos más nada”.
En ese marco, aclaró que puntualmente en los casos de los vuelos de la muerte, “no es lo mismo saber que probar” y destacó que “más allá que había muchos sobrevivientes de los centros clandestinos que salían y decían que tiraban a las personas desde un avión” las primeras noticias de esta práctica llegaron “con Silingo” porque de hecho había una resistencia entre los mismos sobrevivientes a creer que eso fuera cierto.
De hecho, “encontré varios testimonios de personas que cuando fueron liberadas y volvió la democracia tomaron mucho tiempo para buscar a las personas que faltaban y comprobar que no las habían tirado al mar. Por eso, eso es tan importante los cuerpos que aparecieron devueltos por las aguas. Allí, los antropólogos forenses cotejaron fracturas que no podían haber sido provocadas de otra manera. Ellos sabían que la persona había sido tiradas desde un avión. Y esa es la evidencia material fuertísima y super importante, para los juicios y para las familias de los desaparecidos, porque es un destino horrible pero es mejor saber qué les paso”.
Asimismo, enfatizó que “se demoró mucho más en saber que a las personas las tiraban vivas y que esa era una metodología de exterminio -y no sólo una estrategia para esconder los cadáveres de las personas que morían en los Centros- porque eso era más macabro todavía. Y por eso demoró mucho más en saberse. De hecho, a los marinos que han contado esto, la gente no terminaba de poder recibirlo”.
Por lo tanto “esto demoró muchísimo en formar parte de la historia colectiva, porque había personas que sabían que había pasado, había personas que lo reconocían pero realmente fue parte de la historia después de la declaración de Scilingo y con los juicios. Más que nada porque Silingo lo contó en primera persona», insistió y aclaró que si bien en algunos lado lo mencionan como «arrependido» Adolfo Scilingo «nunca se arrepintió, ya que sale a hablar porque Videla dice que había habido excesos entre los subordinados. Y eso fue lo que lo irrita”, cerró.
(RP)
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