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La escritora y actriz afirmó que “la pobreza no es el destino de las travestis”.
Camila Sosa Villada, actriz y autora de “Las malas” dialogó
con Marcelo Figueras en Plegarias Atendidas y además de recorrer su vida y trayectoria
artística, denunció las condiciones inhumanas que vive el colectivo trans.
Reveló que en su infancia, “García Lorca me trajo la
posibilidad de hablar sobre cosas que para los hombres estaban vedadas. Que un
niño escribiera sobre las flores era sospechoso, un tanto posible de ser
criticado y hasta castigado”.
“Aprendí a mentir para protegerme, para salvarme. Inventando
ficciones alrededor de mi casa y mi vida la pasaba mejor”, admitió la
entrevistada al tiempo que destacó que su niñez “requirió de un ejercicio de
inteligencia muy grande, porque era diferente y estaba en peligro, por eso armaba
ciertos artilugios ante mis compañeros y maestras para que me protegieran y
funcionaba”.
En ese marco, manifestó que “los políticos debieran
reconocer que el arte es esencial, han pasado la cuarentena leyendo libros,
escuchando música y mirando Netflix. Desde que nacemos, lo que hacemos es
buscar belleza que viene de la mano del arte. La cultura determina qué paisaje
es bello o remite a determinadas experiencias, lo hemos hechos desde siempre
por eso somos la raza que somos, aún con todos los horrores que tenemos encima”.
Sobre “Las malas”, explicó que surgió de un “acercamiento” a
la vida de travestis de Córdoba: “Había tenido situaciones violentas con
algunos clientes y pensé que tenía que aprender cómo se hacía. Algunas me
resultaron hostiles, otras me dieron miedo y luego me invitaron a entrar y me
sentí parte de algo”.
“Nosotras comenzamos a poner sobre relieve algunas cosas que
estaban sepultadas, empezamos a hablar de nuestro dolor, tuve la suerte de ser
parte de ese movimiento en el que estuvimos muchísimas travestis tratando de
echar luz sobre un terreno oscuro que es el de la sociedad”, significó.
Seguido, destacó a Cris Miró y consideró que “ella hizo de
sí misma su propio objeto de arte” y agregó: “El travesti de mi generación
terminaba muy decepcionada de ver cómo día tras día había que estar escapando
de las piedras, de los navajazos, de los insultos. Yo decidí quedarme de este
lado y lo hice bien”.
“No podemos permitirnos
nunca más ser pobres y pensar que el destino de las travestis es la pobreza.
Nos saquean, pero al recibir la liquidación del libro cada vez, por las
traducciones o los derechos o lo que fuera, me hace pensar que es
responsabilidad nuestra hablar de la pobreza de la que hemos sido víctima
porque ha sido una imposición”, sostuvo Camila.
Por último, ironizó al señalar que “la primera solución a la
inclusión laboral trans que proponen los gobiernos es enseñarnos a hacer
cositas con las manos, caminitos de crochet, como si su destino fuera vender
carpetitas. Eso, se tiene que terminar de una vez”.
M. Torres
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Radio Provincia