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La historia de la ozonoterapia comienza en Alemania, a mediados del siglo XIX, cuando el ingeniero Werner von Siemens construyó en 1857 el primer tubo de inducción destinado a destruir microorganismos. Décadas más tarde, en los años 20 del siglo XX, el químico Justus Baron von Liebig investigó las posibles aplicaciones del ozono en la salud humana. Con el tiempo, esta práctica fue adoptada y ampliada por investigadores rusos y, tras la Segunda Guerra Mundial, se extendió a otras regiones, incluida América Latina.
En Argentina, la ozonoterapia volvió a los titulares tras la muerte de una mujer de 49 años, ocurrida en 2014 durante un tratamiento estético en el centro estético en Nordelta. Según un comunicado de la empresa, el fallecimiento se produjo por causas naturales y la paciente contaba con el certificado de aptitud física requerido para realizar el procedimiento. La noticia generó una ola de debate en torno a esta práctica, que muchos asocian con tratamientos de belleza, pero que también se utiliza con fines médicos y terapéuticos.
La ozonoterapia consiste en la aplicación de una mezcla de oxígeno y ozono como agente terapéutico. Sus impulsores la presentan como una técnica de medicina natural, capaz de estimular el sistema inmunológico, mejorar la oxigenación celular y combatir bacterias, hongos y virus. El ozono es una molécula compuesta por tres átomos de oxígeno y, para su uso medicinal, se obtiene a partir de oxígeno médico con una concentración máxima del 5% de ozono en volumen.
Los tratamientos con ozono pueden aplicarse de manera local, mediante campanas de vidrio o bolsas plásticas colocadas sobre distintas zonas del cuerpo, como brazos o piernas. También se administran por vía subcutánea, intramuscular o intraarterial. Otro método frecuente es la autohemoterapia: se extrae sangre del paciente, se la mezcla con ozono y se reinfunde en el organismo. Además, existen aplicaciones rectales, tópicas mediante cremas y hasta el uso de cápsulas térmicas en tratamientos estéticos.
Entre las enfermedades que se intentan tratar con ozono figuran trastornos circulatorios, úlceras, artrosis, hernias discales, hepatitis, infecciones vaginales, enfermedades dermatológicas como acné o herpes, y hasta patologías complejas como la esclerosis múltiple, ciertos tipos de cáncer o incluso el VIH. La amplitud del espectro terapéutico que sus promotores le atribuyen ha despertado tanto interés como escepticismo.
Desde el ámbito científico, muchas voces se alzan en contra. La Food and Drug Administration (FDA) y la Agencia Europea del Medicamento no han aprobado la ozonoterapia como tratamiento médico. La American Cancer Society sostiene que no existen evidencias que respalden su eficacia en el tratamiento de tumores ni en la mejora de la oxigenación celular como herramienta terapéutica. También advierte sobre los potenciales riesgos hepáticos y los efectos tóxicos del ozono cuando es inhalado o administrado en dosis elevadas.
El bioquímico y divulgador español José Miguel Mulet Salort, autor del libro Los productos naturales ¡vaya timo!, cuestiona la catalogación de la ozonoterapia como una terapia “natural”. En sus palabras, el ozono, aunque esencial en la estratósfera para proteger de la radiación ultravioleta, a nivel del suelo es un oxidante muy potente y agresivo. Según su análisis, el único beneficio clínico comprobado del ozono es el alivio del dolor lumbar agudo o de algunas hernias discales, probablemente debido a una acción inflamatoria localizada, pero no hay evidencia sólida que respalde otras aplicaciones.
Desde el ámbito médico, las opiniones también están divididas. Francisco Villarejo, jefe de Neurología del Hospital Niño Jesús de Madrid, reconoció que aunque no existen estudios concluyentes, ha visto mejoras en el 60% de los pacientes seleccionados que se someten a ozonoterapia. Otros especialistas, como Ferrán Pellisé, del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, son más críticos. Afirma que la mayoría de las hernias discales se resuelven de forma espontánea y que solo un pequeño porcentaje requiere cirugía. Atribuir los beneficios al ozono, señala, puede resultar engañoso para el paciente.
En la actualidad, la práctica de la ozonoterapia sigue generando controversia. Mientras algunos la promueven como una alternativa frente a tratamientos convencionales que no ofrecen resultados, otros la denuncian como una terapia sin respaldo científico. Sin embargo, su uso continúa expandiéndose y cada vez más centros médicos y estéticos la incorporan en sus ofertas. Incluso en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires se realizó recientemente una jornada académica dedicada a este tema, con la participación de autoridades institucionales y profesionales del sector.